Sí, mis buenos amigos, Mujeres y Hombres, y Viceversa. Hoy lo trataremos desde el punto de vista que le corresponde, dónde debería estar, dentro del cubo de la basura metido en el baúl de los recuerdos. No es por faltar, que también, comprendo que a la gente le gusten estos programas que no hacen si no fomentar unos valores éticos y morales (si me vieses ahora Conill) cuyo único fin es empobrecer a una cultura agonizante en las calles más estrechas de las ciudades; pero, metiéndome en la boca del lobo, la "ética" propia, o el fantasma que se le asemeja, me empuja a tacharlos de paputes viles joputescos. El obrero no se va a cruzar de manos cuando un pendejo le está tirando abajo el muro que acaba de construir con tanta paciencia y cuidado.
Este magnífico programa, trato de ser sarcástico, pretende, con despreciables consecuencias, juntar a una serie de personas y, de paso, sacar una buena tajada. Si mal no tengo entendido, unas veces las mujeres escogen a unos candidatos, que jamás son de su mismo sexo, cosa curiosa en un sociedad tan abierta y comprensible como lo es la nuestra, trato de ser sarcástico one more time, y otras son los hombres los que eligen. Hecha la elección, normalemte hay un previo dónde los canditados exhiben sus cualidades, cual pavo real mostrando sus impresionantes plumas, y si pueden se echan piedras los unos a los otros, cabe decir que la inteligencia, bondad, responsabilidad y sinceridad suelen ser algunas de las cualidades que con más frecuencia se encuentran entre ellos, se propone una cita. Todo ello grabado, por suepuesto, ¿desde cuándo se respeta la intimidad dentro del Gran Hermano, sí, ese que nos rodea a todos por igual, bueno a todos a todos, a casi todos, verdad Juanca?
Rara vez fructua la relación. ¡Desdichada sea la mano del destino que impide que el amor floreca en tan buenas parejas castigándoles a volver al programa y llenarse los bolsillos!, pues, después de este programa, visitarán al resto de la familia, ¿dónde estás corazón?, el programa de Ana Rosa (o algo así, tampoco es muy importante), etc. En fin, dame pan y llámame tonto, dirán.
Rara vez fructua la relación. ¡Desdichada sea la mano del destino que impide que el amor floreca en tan buenas parejas castigándoles a volver al programa y llenarse los bolsillos!, pues, después de este programa, visitarán al resto de la familia, ¿dónde estás corazón?, el programa de Ana Rosa (o algo así, tampoco es muy importante), etc. En fin, dame pan y llámame tonto, dirán.
Déjales en paz, mala persona, me diréis. Oye, os contestaré, a mi no me han hecho nada, si quieren contarles a los decrépitos sociales que ven esos programas (siento ofender si algunos lo veis) con quien os acostáis ¡adelante!, dudo ser uno de ellos. Pero buenas personas, continuaré sermoneando, no les vaciéis más la cabeza que ya no queda ni aire.
¿Qué cuesta hacer programas buenos, donde digan cosas interesantes, muestren los verdaderos problemas de las personas, el mundoo tal y cómo és ¡y cómo puede llegar a ser? Pero eso no vende. ¿Quién, cansado del trabajo regresa al hogar, se desparrama en el sofá y enciende el televisor para verse a si mismo? Nadie, todos queremos ver que el mundo es realmente bello, realmente bonito. ¿Asesinatos, desaucios?, ¿aquí, en la casa de al lado?, imposible.
Buenas personas, por lo que más queráis, volver a ser personas. Las personas tienden a la servidumbre, pues solo unos pocos tienden a la nobleza, pero quienes desean la servidumbre viven cegados en ella y, tarde o temprano, dejan de ser personas, se convierten en androides, humanoides sin sentimientos, con un pedazo de hojalata por corazón y unos chips por cabeza. Larga vida a Dionisio, emborrachémonos con su vino pues todos nosotros somos sus hijos; Apolo jamás engendró hijo humano.
Pitufet (sin sacrificio no hay victoria...reconozco a ver visto algunos programas)
