Terrence Malick nos ha dejado en el ya casi consumado 2011 El árbol de la vida, junto a Brad Pitt y un efímero Sean Penn, cuyo trabajo se limita a diez minutos. La calidad de los primeros momentos es indescriptible, con unas imágenes que algunas críticas han llegado a considerar poéticas, pero cuando acaban más valdría salirse del cine. Sin embargo, terminar ahí la película sería lo mismo que no hacer la película, había que acabarla, pero no cómo se hizo. Un resultado para mí, el de esta segunda parte, soporífero. Le falta contundencia.
Tampoco los actores destacan por una gran actuación, para que engañarnos, ni el diálogo en sí es bueno, el poco de él, resumible en un par de páginas. Porque una obra existencialista como ésta, sólo les diré al respecto que la primera imagen es una cita del Libro de Job, necesita de contundencia y precisión y El árbol de la vida ni conoce una ni sabe qué es la otra.
Por cierto, el doblaje en español horrible, cosa que es comprensible, pues, según me contaron, ni los mismos actores sabían lo que hacían. ¿Cómo iban a saberlo quienes la doblan?
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