La gente hablaba, la música sonaba y las latas de cerveza hacían su característico ruido al abrirse. Mientras tanto, Nuria intentaba hablar con Marion y con Sara, las “desconocidas” del fin de semana. Siempre me había gustado conocer gente nueva y rara vez había tenido vergüenza para hablar sobre cualquier cosa, hoy, lógicamente, no iba a ser diferente.
Tanto Sara como Marion conocían a Susana del año que ésta paso de Erasmus en Hamburgo. Marion era un poco tímida, y cada vez que le preguntaba algo dudaba al contestar y después arrancaba la respuesta, como si tratase de arrancar un coche viejo que pedía el retiro. No me quedo muy claro si era por el idioma, que no acababa de dominar o porque sencillamente es cortada y le abrumaba que le preguntaran tantas cosas. Por otro lado, Sara parecía mucho más dada a la conversación, además siempre estaba sonriendo y eso es algo que me gusta en la gente.
Tras hablar un rato decidimos ir a dar un paseo por la zona exterior de la mansión. Me giré al resto de la gente para ver si alguien se apuntaba al paseo, pero tras mirarlos deduje que no merecía la pena: Adrián, Juanjo, Roberto y Jose Luis tomaban cervezas y hablaban seguramente de juergas pasadas y de espantosas resacas. Le sorprendía ver a Adrían tan metido en ese tipo de conversaciones cuando sabía que él no disfrutaba de la misma manera de la noche que los otros tres. Recordaba haberle preguntado una vez sobre ello a lo que Adrián respondió con un bufido y un “Hay tiempo para todo”.
Ricardo y Pedro hablaban de manera mucho más discreta y tranquila con Raquel y María, que iban eligiendo las canciones que iban sonando en el ordenador de Raquel. Me hacía gracia ver la tranquilidad de Ricardo, era un tipo tan correcto que le daba un aspecto incluso cómico. Hacía buena pareja cómica con Pedro.
De Susana no había ni rastro. Habría ido a por algún producto de lujo de su padre, como por ejemplo un vino de concurso o algo por el estilo.
En fin, -pensé- vámonos de aquí. Les dije a Sara y a Marion que saliésemos por la puerta principal, bajando las escaleras dentro de la casa y no por las escaleras de la terraza, por dónde habían entrado.
Una vez llegamos a la puerta, me di cuenta de que era realmente enorme, digna de una mansión, o de un castillo encantado de esas películas y libros de aventuras que a ella tanto le gustaban. Se quedo tan embobada mirándola que Marion la adelantó y se dispuso a abrir la puerta.
- Uffff, no puedo abrir- Dijo con su gracioso acento y una cara descompuesta por el acento.
- Igual está cerrada por que es muy vieja o algo y por eso Susana nos ha hecho entrar por la de la terraza- Dijo Sara tras varios intentos fallidos de abrir la puert…
Antes de acabar la frase un tremendo estruendo se apoderó de la casa, seguido de un grito de dolor. Sin pensarlo, dejé atrás a Sara y Marion y me dirigí hacia la sala donde estaban todos.
5 comentaris:
Bien, hasta el final creía que no iba a suceder nada, supongo que como en todo desarrollo.
Marion dejará la timidez en la próxima intervención, probablemente algo larga por necesidad.
Si... me piensoq ue me ha quedado un poco larga pero quería darle un poco de líneas al personaje, de lo contrario igual me huviese quedado como, sin chicha ni llimonà no?
Yo lo veo bien, me gusta eso de describir la situación y tal, y que al final pase algo. A esperar la próxima entrega...
Depende de lo que quieras hacer. Si quieres hablar de ella sin decir mucho, así está bien.
Acabo de leer Madame Bovary, que tiene bastante más descripción en comparación. A mi gusto no te ha quedado largo, te ha quedado guay.
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