En el 2003 David Holmes presentó David Holmes Presents the Free Association, y con la ayuda de Petra Jean Phillipson (I Wish I Had A) Wooden Heart.
Esta vez no sé qué dice.
En el 2003 David Holmes presentó David Holmes Presents the Free Association, y con la ayuda de Petra Jean Phillipson (I Wish I Had A) Wooden Heart.
Esta vez no sé qué dice.
En septiembre de 1889 Van Gogh se pintó en Saint-Rémy, en septiembre de 2009, en la cola hacia el parisense museo d’Orsay, le conocí. En un fondo enrocado en tono azulado angustiado, agitado y perturbado, embutido en un traje de líneas oscuras marcadas por un azul ligeramente más intenso, y entre su rojizo bello y cabello amueblando una piel sutilmente a pinceladas verdosas, sobre las facciones más marcadas de los hombres, aparecen sus ojos, uno rabioso y replicante, otro lloroso y miedoso, casi suplicante. No por nada, de sus numerosos autorretratos, es, probablemente, el más conocido.
Famosa es mi afición a la música de luces, sintetizadores y mesas de mezclas en general tan contemporánea nuestra, pero descubrí un disco naufragando por las bibliotecas digitalizadas de mi hermano que hacen replantearme tal enemistad, hasta cierto punto obviamente. Bajo Fondo Tango Club, ahora conocidos simplemente como Bajofondo, es un grupo de uruguayos y argentinos, en el que destaca Gustavo Alfredo Santaolalla ganador de dos Oscars, que mezclan el tango con lo electrónico y que en el 2002 nos dejaron este Bajofondo Tango Club. Es esta mezcla lo atractivo y seductor, sin duda, que me ha atraído.
La gente hablaba, la música sonaba y las latas de cerveza hacían su característico ruido al abrirse. Mientras tanto, Nuria intentaba hablar con Marion y con Sara, las “desconocidas” del fin de semana. Siempre me había gustado conocer gente nueva y rara vez había tenido vergüenza para hablar sobre cualquier cosa, hoy, lógicamente, no iba a ser diferente.
Tanto Sara como Marion conocían a Susana del año que ésta paso de Erasmus en Hamburgo. Marion era un poco tímida, y cada vez que le preguntaba algo dudaba al contestar y después arrancaba la respuesta, como si tratase de arrancar un coche viejo que pedía el retiro. No me quedo muy claro si era por el idioma, que no acababa de dominar o porque sencillamente es cortada y le abrumaba que le preguntaran tantas cosas. Por otro lado, Sara parecía mucho más dada a la conversación, además siempre estaba sonriendo y eso es algo que me gusta en la gente.
Tras hablar un rato decidimos ir a dar un paseo por la zona exterior de la mansión. Me giré al resto de la gente para ver si alguien se apuntaba al paseo, pero tras mirarlos deduje que no merecía la pena: Adrián, Juanjo, Roberto y Jose Luis tomaban cervezas y hablaban seguramente de juergas pasadas y de espantosas resacas. Le sorprendía ver a Adrían tan metido en ese tipo de conversaciones cuando sabía que él no disfrutaba de la misma manera de la noche que los otros tres. Recordaba haberle preguntado una vez sobre ello a lo que Adrián respondió con un bufido y un “Hay tiempo para todo”.
Ricardo y Pedro hablaban de manera mucho más discreta y tranquila con Raquel y María, que iban eligiendo las canciones que iban sonando en el ordenador de Raquel. Me hacía gracia ver la tranquilidad de Ricardo, era un tipo tan correcto que le daba un aspecto incluso cómico. Hacía buena pareja cómica con Pedro.
De Susana no había ni rastro. Habría ido a por algún producto de lujo de su padre, como por ejemplo un vino de concurso o algo por el estilo.
En fin, -pensé- vámonos de aquí. Les dije a Sara y a Marion que saliésemos por la puerta principal, bajando las escaleras dentro de la casa y no por las escaleras de la terraza, por dónde habían entrado.
Una vez llegamos a la puerta, me di cuenta de que era realmente enorme, digna de una mansión, o de un castillo encantado de esas películas y libros de aventuras que a ella tanto le gustaban. Se quedo tan embobada mirándola que Marion la adelantó y se dispuso a abrir la puerta.
- Uffff, no puedo abrir- Dijo con su gracioso acento y una cara descompuesta por el acento.
- Igual está cerrada por que es muy vieja o algo y por eso Susana nos ha hecho entrar por la de la terraza- Dijo Sara tras varios intentos fallidos de abrir la puert…
Antes de acabar la frase un tremendo estruendo se apoderó de la casa, seguido de un grito de dolor. Sin pensarlo, dejé atrás a Sara y Marion y me dirigí hacia la sala donde estaban todos.
Soy consciente de mi fama de gracioso. Es cierto que siempre tengo una sonrisa en la cara, además me gusta transmitirle felicidad a la gente y que piensen que siempre estoy bien. La verdad es que me gusta realizar bromas y soy una persona irónica, pero no suelo ir con maldad. Pero la realidad es bastante distinta. Dentro de mí hay un mundo que nadie conoce. No soy esa persona risueña, alegre, que todos creen conocer. En el coche, con María, Ricardo y Raquel me lo he pasado bastante bien, la verdad. Quiero decir, no fingía que todo estaba bien y hacía bromas, sino que de verdad me sentía así. Desconozco la razón, pero últimamente estoy de bastante buen humor. Creo que ayuda la perspectiva de pasar un fin de semana rodeado gente que me cae bien, sin preocupaciones y lleno de buenos momentos. Ojalá la vida fuera siempre así. Sin embargo, soy consciente de que cuando acaben estos días, volveré a la cruda realidad, a esos momentos de completa soledad y nadie verá esa otra parte de mí. No importa, de momento voy a intentar pasarlo bien sin pensar en nada.
Mientras reflexionaba todo esto, me acerqué a Ricardo. Siempre me he llevado muy bien con él, pese a que en apariencia seamos tan distintos que la gente piensa que no podemos tener nada en común. Se había pasado el viaje observando por la ventana, completamente inmerso en sus pensamientos, como de costumbre.
La verdad es que no entendía nada, ni observaba ningún cambio en Susana. Sin embargo, enseguida supe que Ricardo tenía razón. Es muy observador y también la persona más intuitiva que he conocido nunca. No sé cómo lo hace, pero siempre tiene razón. Desde ese instante, miré a Susana con otros ojos, intentando ver lo mismo que Ricardo. Poco a poco, me di cuenta del cambio. En los ojos de Susana había una chispa de algo anormal, de algo que no era propio de ella, que no era natural. Intentaba hablar con todos y reír, pero, bajo esa capa de aparente normalidad, había algo que no encajaba. De repente tuve un mal presentimiento. Busqué a Ricardo con la mirada, y por la forma en que me miró supe que él estaba pensando lo mismo que yo. Suspiré. Quizás la cosa no iba tan bien como parecía hasta ahora…
Un escalofrío me sacudió de arriba abajo.
El resto seguía conversando tranquilamente, de forma que quedaban ocultos los ojos de Susana, bajo esa capa de falsa normalidad. Las chicas ya habían hecho su propio grupillo y estaban debatiendo entre ellas sobre si Adri y Nuria estaban liados o no. Me supo algo mal, ya que fui yo quien dijo eso por primera vez. La verdad es que no sabía si tenían algo o no, pero tampoco me importaba, eran mis amigos y mientras ellos fueran felices, me daba igual. Roberto, Jose Luis y Juanjo, siempre inseparables, estaban un poco más alejados, tal vez planeando alguna trastada de las suyas. Nada, que por mucho que intentara desviar mi atención pensando en otras cosas, en realidad no lograba distraerme y dejar de observar a Susana. El mal presentimiento no se iba. Dudé si lanzarme a la cerveza a ver si me despejaba la cabeza, si hablar con Ricardo aparte, o incluso pensé en salir huyendo. Decidí no preocuparme demasiado, al menos en apariencia, ni quitarle el ojo de encima a Susana. Simplemente esperaría. Las miradas de Ricardo y la mía se volvieron a cruzar y supe que él iba a hacer exactamente lo mismo. Bien, a ver lo que deparaba el día…
Escrita en 1954 por Bart Howard, quien la tituló In Other Words, e interpretada por primera vez en un cabaret por Felicia Sanders, y que logró el reconocimiento cuando Peggy Lee, actriz nominada al Óscar y cantante de jazz y pop, la interpretara en El show de Ed Sullivan. Grabada en 1954 por Kaye Ballard, en 1956 por Portia Nelson y Johnny Mathis, quién la tituló por primera vez como Fly Me To The Moon, nombre con el que se la conocía popularmente, y en 1959 por su cantante original. Tres años más tarde Joe Harnell le daría la fama suficiente para que llegase a nuestros días con su versión Bossa Nova. Desde entonces cantantes de renombre como Julie London, Ella Fitzgerald, Diana Krall o Frank Sinatra, cuya versión de 1964 es la más conocida, la cantan.
Dice algo así:
Fly me to the Moon
Let me play among those stars
Let me see what spring is like
On Jupiter and Mars
In other words, hold my hand
In other words, darling kiss me
Fill my heart with song
Let me sing for ever more
You are all I long for
All I worship and adore
In other words, please be true
In other words, I love you